lunes

Alguna vez...

Espolvoreaste la mezcla y seguiste batiendo
-Nuez picada, te estoy revelando uno de mis secretos más preciados.
Anda llévate a gato de aquí…
¿De cuándo me dijiste que es ese cuento?
-2001, algo así.
-Relee el inicio del segundo párrafo
-Un ángel se masturba en la esquina de la habitación…
Decoraste el postre y te inclinaste para levantarme, te acercaste a la barra, tome los platos y mire hacia la pared
-Nuestra sombra me recuerda a la nana del Conde Patolín
-¡Patula! ¡El Conde Patula!
-Su nana le decía ¡Patolín! A parte tú que vas a andar sabiendo, si ni es de tus tiempos
-¡Ay! china. Cuando ibas a clases los sábados, siempre salíamos tarde porque te quedabas viendo esa caricatura. Tiempo después fueron las aventuras de Billy & Mandy. Luego porque ibas a correr ó porque querías jugos mágicos, y la lista sigue. El hecho es que siempre salíamos tarde.
-Pero de buenas. Aparte ni estábamos hablando de puntualidad.
Le dices Patula por pura falta de confianza.

Una tristeza aguada, ensimismada.


Rodeo mi cintura con su brazo y coloco la mano sobre mi vientre
-¿Te duele…?
Tome su mano y me la lleve al pecho
-Tanto…

martes

¿Cómo decirlo mejor?

-Ayer estuve observando a los animales y me puse a pensar en ti. Las hembras son más tersas, más suaves y más dañinas. Antes de entregarse maltratan al macho, o huyen, se defienden ¿Por qué? Te he visto a ti también, como las palomas, enardeciéndote cuando yo estoy tranquilo. ¿Es que tu sangre y la mía se encienden a diferentes horas?

Ahora que estás dormida debías responderme. Tu respiración es tranquila y tienes el rostro desatado y los labios abiertos. Podrías decirlo todo sin aflicción, sin risas.

¿Es que somos distintos? ¿No te hicieron, pues, de mi costado, no me dueles?

Cuando estoy en ti, cuando me hago pequeño y me abrazas y me envuelves y te cierras como la flor con el insecto, sé algo, sabemos algo. La hembra es siempre más grande, de algún modo.

Nosotros nos salvamos de la muerte. ¿Por qué? Todas las noches nos salvamos. Quedamos juntos, en nuestros brazos, y yo empiezo a crecer como el día.

Algo he de andar buscando en ti, algo mío que tú eres y que no has de darme nunca.

¿Por qué nos separaron? Me haces falta para andar, para ver, como un tercer ojo, como otro pie que sólo yo sé que tuve.


Fragmento del Poema Adán y Eva
¡Gracias! Señor Jaime Sabines

jueves

Refugios vigentes (antes de los 26)

-El café, siempre el café.
-El costado del hombre que me acompaña, su piel morena, su sexo.
-Las tardes en Lulio, la buena compañía.
-Jodoroswky, y dónde mejor canta un pájaro (gracias Carlitos).
-El té negro con un poco de crema y miel.
-Mi cama con su cobertor verde. El descanso y el llanto.
-El cuento, los cuentos. Mis cuentos.
-La tierra, el sol (Mamita dios, Padre…)
-La presencia de mis hermanos y cada una de sus palabras.
-La música y los viajes… El arte (y el acto creativo).
-La partida del Sr. Benedetti y la Sra. Mercedes Sosa.
-La lectura en voz alta.
-El regreso de los entrañabilisimos (las justas y necesarias veces).
-Los recuerdos, y la bendita oportunidad de equivocarme y que aun haya vida…
-La idea de abandonarlo todo y desaparecer.
-Mi casa con su jardín, la risa.
-El silencio, la soledad, el amor. El olvido.

Los invito a compartir sus últimos refugios, el café esta servido…

viernes

¿El amor después del amor?

Acerco su dedo índice a mi mejilla, recogió la lágrima e inclinando la cabeza se santiguo con ella. Con reverencia mojo sus labios. Se acerco despacio y lamió cada gota como si se tratara del acto más sagrado.

miércoles

Orugas y quimeras

Desperté justo cuando la morena de caderas angulosas se abrazaba a mi cintura. Abrí los ojos con el corazón en las sienes y la boca seca.
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Dormías a mi lado, hermosa y desarreglada, media envuelta. Te abrace por la espalada estrujando tus senos, descendí bruscamente y agarrándome a los huesos de tus caderas, te pegue a mi cuerpo.
-Soñé contigo morochita. Tenías la piel azul y un par de alas como de arpía.
Gemiste y te abrazaste a mi nuca. El sudor y la calidez de tu cuerpo me guiaron, te hable bonito. Bese tus manos, tu espalda.
Con mis manos, llegaron las plegarias, los rezos, los insultos (te movías como aquellas orugas que observaba cuando niña). Seguí lento, suave, y al fin te abriste a mí. Me hundí en tus muslos, te bebí completa…

martes

De hombres y sueños

-¿Entonces lo intentaremos? ¿Volverás a casa?
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En cuanto ingreso a la alcoba pudo sentir esa otra presencia, ese algo que enrarece el aire cuando alguien mas pasa tiempo en un espacio que no le es propio. Respiro hondo tratando de limpiar su mente, convenciéndose de que él no tendría porque mentirle...
Esa misma noche aquel sueño: él con otra mujer. Despertó sudando, llena de rabia, avergonzada. Reclamándole a sus aliados, a la energía de la habitación. Repitiéndose que estaba enferma, que aquellos celos ni eran de ella, ni tenían fundamento alguno. Las cosas no estaban bien entre ellos eso era cierto, habían comenzado a pelear, y él se negaba a “estar” con ella, pero mentir no era su estilo.
Evito dormir en aquella casa que ya no sentía suya, con diversos argumentos, que el trabajo, que su alergia a la cal con la que pintaron las paredes y a la humedad, que el frío de en la mañana, que las levantadas mas temprano, etc. Pero había días, en los que decidía (ó tenía que) ceder, días en los que invariablemente se presentaba aquella mujer en la habitación.
Cuando despertó “su lugar” aun estaba tibio, la sal del sudor le ardía en los ojos, tenía la garganta seca y los puños apretados, maldijo en voz alta y se sentó de golpe, el piso estaba helado, se frotó la cara con ambas manos buscando su ropa, el cajón del buró estaba entreabierto, dentro: aquella cartera negra y tres pulseras de mujer.
Se dijo a si misma:
-¡Enferma! deben ser de su hermana, a eso se dedica ¿no?
-Ya vete a tu casa y déjame en paz.
Se puso el pantalón, y las botas. El equipo estaba encendido.
-No puedes manejar así, un par de canciones y nos vamos.
Movió el Mouse y el monitor se encendió, su foto ya no aparecía en el escritorio, el mensajero estaba abierto, con el corazón agitado cerro la sesión. Abrió su carpeta con la intención de dejar una nota.
-Ammh ¿Dónde demonios estaba el archivo?
-Te lo enviaste desde la oficina reina.
Y sí, justo en la carpeta de Archivos recibidos, encontró lo que no buscaba. Documentos de Word con títulos como: nuestra primera vez, son sólo tres semanas y ya te amo, y fotos de una chica rubia de piel bronceada, con risa de niña.
-¡Puta madre! Sí serás pendeja.
-A ver checa las fechas.
-Tranquila no debe ser nada.
-No me jodas, ya vete a tu casa, mas tarde lo aclararás con él
-¡Chale! ¿Dónde putas esta mi blusa?
Se agacho y miro bajo la cama, estaba entre el buró y una de las patas, se coló a gatas y en medio del polvo jaló la blusa, el buró le cayó encima, con lámpara, vaso y libros incluidos.
-Hasta pareces nueva reina, si este pinche mueble es de la edad del caldo.
-Lo que me faltaba como si hubiera repuesto de tobillo.
Sacudió su cuerpo con la prenda, y levanto el mueble. ¡Oh, sorpresa! un paquete de 9 condones. Faltaban tres.
-¿Alguna duda hija de puta?
-Por eso se negaba a hacerlo contigo…
-¡Ah! pero las visiones no alcanzan ¿verdad?
-Te mintió.
Aventó el paquete sobre la cama y se dirigió hacia el librero. Estaba decidida a destrozarlo todo, se sentía devastada pero tan fuerte. Se paro frente al espejo y miro detenidamente: la vena del centro de su frente palpitaba, el rostro deforme por el llanto, la piel roja, las manos temblando; y aquella expresión: la misma de su madre. La recordó gritando y rompiendo cosas, llena de ira y de tristeza, con la quijada temblando. Recordó los golpes, la sangre, los insultos, los equipajes, y a los grandísimos hijos de puta. Miro a su madre en ella y sintió un miedo profundo, y lloro con más fuerza…
-No tienes nada más que hacer aquí querida, vámonos a casa…
Tomo un par de fotos y aquella figurilla que guardaba la promesa del amor eterno, las metió en la mochila y salió.
Justo cuando arrancaba sonó el teléfono, era él. Metió reversa y golpeo el naranjo, contesto con la única intención de colgar, y justo ahí lo pensó
-Y si sólo empujo el acelerador y me estrelló.
-No seas infantil, y bájate.
En la casa de al lado un hombre de unos 50 años lavaba su auto, se acerco llorando, descalza…
-Señor, puede ayudarme a sacar la camioneta. Sino la voy a estrellar.
-Pero ¿qué pasó señorita?
-Nada sólo estoy muy enojada.
-Ya verá que no vale la pena, ahorita la muevo, tranquilícese, no es bueno que maneje así.
Cuando se acomodo en el asiento se percato de que la trompa miraba al este. Miro los rayos del sol y deseo poder caminar sobre ellos, deseo que el sol la consumiera. Deseo que con el pensamiento que un fuego comenzará a arder desde el centro de su ser. ¿Por qué dolía tanto? ¿Por qué?
Por fin llego a casa. Uso el único remedio que conocía pa’ la traición, y la perdida de fe, pa’l corazón roto: lloró por días, se echo al exilio. Se desnudo y dejo caer su cuerpo en la tierra, cogio su corazón y lo lavo despacio, le hablo bajito, lo dejo reposando en un vaso de tequila. Se arranco el ego y lo enterró bien hondo, canto desde las entrañas deseando que el dolor le abandonara el cuerpo. Olvido el alimento, y fumo hasta que su garganta no pudo más. Lamió cada gota de café cómo si se jugase la vida en ello. Regreso a cada uno de “sus” libros cual hijo prodigo. Agazapada y en silencio contemplo el espejo: era ella y no era ella, se arranco el rostro y sin prisa se entrego a la madre.

La misma lluvia


Acá le ha dado por llover a eso de las 6 am. Minutos antes, el viento arrecia y cuando menos se lo espera uno, el cielo se desparrama cual balde en Sábado de Gloria*, la lluvia cae serena pero tupida, consistente. Por la ventana puedo ver como la piel del arrayán cambia de color, sus hojas brillan, recordándome los pasillos de la casa de Jala, y aquella charla:
-Sí mijita, a las plantas hay que platicarles y hablarles por su nombre
-Mira Gertrudis ella es nieta de mi prima, dice que quiere aprender sobre ustedes. Yo le digo que para eso primero hay que quererlas
Sacudiéndola la planta con firmeza
-¿Verdad que así es en todo mi Gertrudis preciosa?
-Echarles su agüita, ganarse su confianza…
Metiendo una varita en la tierra para aflojarla
-Darles su masajito. A las menos ariscas hasta hay que acariciarlas
Saco un cuchillo pequeño y filoso del delantal, partió una naranja y con el juego comenzó a limpiar hoja por hoja.
-Y mira que contentas se ponen cuando uno las pone guapas…

Años después un hombre me dijo que las plantas eran el lenguaje de la madre, su voz. En ese momento entendí que era “eso” que tenía ella, esa nubecita sobre sus ojos al servir la canela con su respectivo chorrito de leche, la luz en su sonrisa al hacer las gorditas de maíz, sus uñas fuertes, y su intuición infalible pa’ curar con sus hierbitas, como solía llamarlas.
-Ándale no seas rejega, tómatelo todo. Las plantitas “saben”

Así es, llueve cada día hasta eso de las 8-8.30, no huele a tierra mojada como en el pueblo. Acá la tierra esta ahogada, y el agua no va a los ríos. Todo mundo usa paraguas y el agua que nos moja camino al trabajo, no es la que cae del cielo sino la que los autos levantan con su prisa, falta de empatía, y como muestra de status.
Acá no hay abuelas que le ofrecen tesitos a una, o que te digan que estas hecha una sopa y te sequen los zapatos en el horno de la estufa. Tampoco pajaretes* (y bendito sea dios). Mucho menos niños jugando en los charcos ó mujeres corriendo para ir a la tienda.
Pero la lluvia es la misma de nuestros abuelos, de nuestros padres, y será la de nuestros hijos. Y seguirá limpiándonos, hablándonos muy a su modo de la vida, de cómo todo se transforma, del sacrificio.
Es tanto lo que damos por obvio, por dado. Quizás un día aprendamos a honrar nuestra sangre y su memoria. La sangre de nuestra tierra, nuestra casa, nuestro viaje.


*en algunos pueblos de México la gente acostumbra mojarse para celebrar el Sábado de Gloria (semana santa). Los niños prácticamente cazan a los olvidadizos con globos y baldes llenos de agua
*bebida acostumbrada en el campo, preparada con leche recién ordeñada, una onza de alcohol y chocolate en polvo

miércoles

De trenzas y juegos de fe

Recibí tu llamaba, salí para encontrarte. Lucías tan distinto, tan de revista. Llevabas el cabello corto por primera vez en los últimos 8 años, los rasgos más afilados, el mismo aroma. Nos abrazamos y salimos rumbo al centro. Entramos a un café, donde como siempre, todo el mundo parecía conocerte. Ordenaste en mi nombre, sin preguntar:
-Un expreso doble helado, y un poco de leche para mí; un expreso triple para la señorita
-No me veas así, sé que a pesar de que quedamos de comer juntos, dudaste que llegaría y comiste; y he probado el café aquí. Tendrá el sabor justo.
Me acercaste demasiado con el pretexto de escucharme mejor, me hablaste de Adriana, de la Doctora, de tu mamá y hermanos, de lo cercano que estaba el aniversario de tu papá. Me pediste que fumara contigo y tomaste una de mis trenzas
-¿Alguna vez te he dicho, cuánto me gustas?
Moviendo la cabeza respondí que no, y era verdad.

Cancele mis asuntos de la tarde y te acompañe a ver salas. Daba gusto caminar por ese centro lleno de lucecitas, tomados de la mano, jugando a ser pareja.
Caminamos por horas, llegamos a tu moto cansados y hambrientos. Me pusiste unos guantes grandísimos y me arropaste antes de subir. Con y sin el pretexto del frío me pegue a tu cuerpo. Metiste mis manos en las bolsas de tu chamarra. Acariciaste mis piernas, mi cadera, me miraste por el retrovisor y arrancaste. Sonreí y pensé: todo tú eres una insinuación, segundos después te lo dije aun sonriendo. Me abrace a tu ego.

Te miré mientras esperábamos la cena, era tan extraño ver como te habías convertido en hombre, como de un día a otro todos parecían estarse haciendo hombres.
En medio de la charla me pediste que me casara contigo, sonreí y como cada vez que hablabas de ese tipo de temas repetí tu nombre completo y para terminar dije ¡por favor!, a pesar de mis reacciones, no puede evitar saberte distinto.
Minutos después, antes de ordenar una Coca Cola, me preguntaste si aun estaba en pie eso de tener un hijo. Años atrás mientras mirábamos infomerciales, como si tuviéramos algún tipo de relación estable; me propusiste tener un hijo, reí como siempre…
-¿Ahorita, ya? Y como si fuera necesario te explique que ni siquiera sabía si quería tener hijos algún día.
-Entiendo, pero de verdad si algún día quieres tenerlos, búscame.
-¿Y que tal, si ya estas casado y todo eso…?
-No importa. Búscame.
Exhale despacio regresando al ahora del café
-Quizás en unos 3 años.
-¿Para qué 3 años? Acepta que nos quedarían bien bonitos
-Tengo muchas cosas que hacer antes
-Ay, niña. Si yo voy a estar ahí para que no tengas que dejar nada.

Termine mi ensalada y me llevaste a casa.

Llegamos tiritando, te pedí permiso para quitarme los tacones, termine en camiseta y pantalones de dormir. Deshiciste mis trenzas, fuiste por aceite y sobaste mis pies, mis piernas, mis manos. Me deje mimar, me acurruque. Cuando estaba a punto de dormir, comenzaste a besarme, a acariciarme lento, concienzudamente. Hasta que no quedo un espacio que sintiera mío. Me pediste que te abrazara justo en el momento que entraste en mí.
…y así fue, te abracé fuerte, te recibí. Como si no te conociera y creyera en nosotros…

lunes

y luego, la montaña

Llegamos a Tlaltenango ya muy entrada la madrugada, todos parecían despiertos, muchos preguntaron a donde íbamos, no pretendí entender tus respuestas. En ese viaje yo era la mujer de mi cuento, la de la voz guardada y la piel color oliva, tú eras el Dante hostil y divertido, estábamos de paso.
La noche pesaba como nunca antes, nos penetrada insistente, nos enraizaba. Utilizamos nuestra única carta y entramos a un hotel, el corredor parecía interminable, del techo colgaban algunos helechos, había un garrafón a cada lado y un pequeño mostrador. Pagaste dos noches, y tomaste la llave.
-El primer cuarto, subiendo la escalera al lado izquierdo.
Te adelantaste para encender la luz; nuestro colchón estaba forrado de plástico, el piso era de ese verde que sólo hay en los hospitales viejos de aquí de México, el salitre brotaba de las paredes, los vidrios estaban pintados de negro. No me atreví a quitarme la ropa, tenía miedo de que mi molde no lograra contener mi forma, de volverme otras cosas. Me miraste condescendiente y me invitaste a la cama
- Pero no puede acostarse con todo eso señorita, al menos quítese las sandalias.
Dirigiste mi movimiento y de a poco me sentaste, tomaste una camiseta y la sumergiste en el agua, la exprimiste, me limpiaste la cara y desnudaste mis pies para continuar con el baño. Me miraste antes de tomarme por la cintura y tumbarme en la cama:
- ¡Ahora si señorita! Venga, que la vamos a dormir.

miércoles

Sugar apple

Caminabas delante de un tipo gordo con apariencia de productor de película porno. Sostuve tu mirada fija y lascivamente, rememorando el recorrido de mis ojos por tu cuerpo

Tacón: numero 12
Material: piel de cocodrilo
Pedicure: intacto
Piernas: largas y fuertes
Caderas: de yegua
Vestido: Channel
Senos: redondos
Escote: innecesario

En resumen: exuberante con porte de caballo de exhibición.

Pose mi atención un par de segundos en él sin evitar sentir un poco de asco; bendije al caribe acomodando mi servilleta y ordene el plato fuerte. Te conté entre mis razones para asistir a las cenas formales.

El día que visitamos Dominica, ya de regreso en el barco. Cogí un termo, lo llene de café y me refugie en el 3 nivel (donde sólo había camarotes y carritos con ropa por lavar). No quería saber de nadie, y la imagen de tus piernas al salir del salón no era suficiente para el arreglo y la convivencia requeridos. Así que me deje atrapar por la estela y los colores del océano.

Te acercaste sin hacer ruido, y te dirigiste a mí entre arrogante y despectiva.
-¿Tenés algún asunto conmigo?
Respondí aun molesta por tu intromisión.
-Ninguno, estas buena y ya.
-Falta de confianza.
-No me alcanza querida.
-¡Ah! ¿No?
-El valor de tus sandalias supera el de mi equipaje completo.
Te descalzaste y me entregaste el par de tacones. Bajaste el cierre del vestido y lo dejaste caer, retiraste los pendientes y el brazalete.
-¿Esto? ¿Te refieres a esto?
Quédatelo.
-¿Pretendes volver así a tu habitación?
-No. Pretendo ir así hacia la tuya.
-Debes ser una broma más del señor dios ó del señor lucifer. Quizás una alucinación a consecuencia de los días sobre el mar ó de los alimentos del caribe.
-Ni broma, ni alucinación, tampoco es como que ande caritativa. Quiero tu piel blanca, y eso que guardas en el pecho.

Bendito y maldito pago en especie.

viernes

De robos y conciencia moral


Es extraño como la vida se empalma. Ayer (gracias a la recomendación de Carlitos) comencé mi primer libro del señor Saramago “Ensayo sobre la ceguera”. En las primeras paginas un hombre se queda ciego mientras conduce (bueno en realidad en un alto) después de la conmoción, un buen samaritano se ofrece a llevarlo a casa y le roba el auto. El texto aborda el suceso desde varias perspectivas, la que tiene que ver con la naturaleza humana, la conciencia moral y demás etcéteras. Cerré el libro en la página 17, página en la que por cierto el ladrón se queda ciego.
Minutos después llegué a casa, y fui recibida con la sorpresa de que alguien entro y se llevo mi lap. A excepción de un par de detalles todo guardaba el orden habitual. Digamos que fui saqueada con elegancia ó falta de creatividad (no hubo chapas forzadas, ni vidrios, ni una pinche notita). Como es mi estilo, primero me asuste, después me preocupe, enseguida analice el cuadro y contemple a él ó los probables responsables, los escenarios futuros probables etc. Y al final me encabrone.
Estoy indignada es cierto, pero no tiene que ver con las tonterías que se llevaron, sino con la idea de que “alguien” haya entrado con tal ligereza a mi casa, el sitio en el que descanso, donde encuentro paz y silencio, seguridad. El lugar al que contadísimas personas entran. Me siento ultrajada, y vaya que jamás pensé que usaría esa palabra en una frase.

Lo cómico y absurdo del asunto es que en lo primero que pensé esta mañana al recordar el texto, fue: Sincronía.

Y bueno, aprovechando el foro y agradeciendo su empatía (ó sin ella) no me guardaré las ganas de mandar a rechingar a su puta madre al cabrón responsable. Ustedes “dispensaran” las palabrotas, pero qué bonito es desahogarse.

miércoles

De cigarros y encuentros


Fue una noche larga, llegué con el tiempo justo para bañarme y salir. Antes de tomar las llaves un escalofrío me paralizo, algo no andaba bien, pero aun estaba un poco ebria y no había sueños que recapitular.

Después de mi primer clase salí a desayunar. En mi estado la fila parecía inmensa, tome un muffin y me serví café. Mientras esperaba, pensé en el método más efectivo y accesible para quitarme ese “frío de huesos”, visualice un sitio soleado, tranquilo y alejado, pedí unos Marlboro rojos e incline el rostro para revisar mi bolso en busca de efectivo, al incorporarme me tope con tu reflejo: venías caminando con Rodo, ambos sonreían. Por un momento dude, que harías tú en la universidad. ¿Sí, qué diantres harías tú ahí? Tome la cajetilla, y salí maldiciendo.
Ese mismo mes te había visto en el cine de la mano de aquella chica, y cruzando una avenida. Siempre te evite y ahora, decidías aparecer aquí.

Terminé el examen y salí de inmediato. Cuando estaba por arrancar me interrumpió el rechingado sonido del celular vibrando sobre el tablero
-Reina olvidaste tu libro
Deje el motor encendido y regrese respirando hondo.
_____
Nos encontramos en el descanso del primer piso. Esta vez no había como perderme, no había como perdernos. Apreté el libro contra mi pecho, te miré a los ojos y dije: hola. Te acercaste sin hablar, apoyaste tus manos en mi cintura. Nos besamos despacio, boba e ingenuamente. Como si nunca te hubiese mentido, como si tu mano izquierda no hubieses sostenido la manija de mi puerta un año antes, y me hubieras dicho: por favor…dime que no me vaya

Amarres y luces


-Te compré algo
Dicho esto me entregaste un envoltorio de papel arroz.
-Anda, póntelo…

Pase al baño. Era una habitación amplia y fría, repleta de espejos. La cantidad de luces me hizo sentir cada una de mis imperfecciones. Deposité el bulto sobre el lavabo y abrí mi bolso, por primera vez me recrimine por sólo cargar chiles, cartera, llaves y brillo labial. Tomé un poco de crema y con un trozo de papel limpie la sombra bajo mis pestañas. Use un poco de brillo, y me acomode el cabello sin dejar de pensar en mi ofendida autoestima. Acerque el paquete, al deshacer el nudo, resbalo una batita blanca satinada. Dude un poco. Tu voz me hizo saltar
-¿Quieres vino?
-Sólo un poco
-¿Qué tanto haces ahí dentro?
-Nada ya voy
Le saqué la lengua al espejo y me desvestí. La tela era exquisita. Probé con y sin tacones, elegí con, y agradecí que combinaran a la perfección con la ropa interior. Le gruñí al espejo y salí sin pensar demasiado.
Al verme, dejaste las copas sobre la mesa. Lucías tan complacida. Amarraste un listón a mi antebrazo y me llevaste al balcón. Había una silla de madera muy parecida a las que siempre imagino en el cuento de Ricitos de Oro, pulidita y rustica. Siguiendo tu indicación me senté. Te arrodillaste sin dejar de mirarme, separaste mis piernas y ataste mis tobillos a las patas de la silla, llevaste mis muñecas hacia atrás y ajustaste el nudo. Te levantaste apreciando el cuadro, apretaste los labios y retiraste el listón de mi brazo para rodear mi cuello con el.
-Así esta mejor.
Acercaste una de las lámparas, he hiciste las primeras cuatro tomas
-Muy bien, ahora dame un segundo.
Sacaste unas tijeras plateadas, rozaste mis senos y vientre con ellas, hasta depositarlas entre mis piernas.
-Abre bien los ojos. Gira un poco tu cabeza hacia la puerta. Así, justo así. Sólo una toma más.
Apagaste el foco y comenzaste a besarme: el cuello, las manos, la cintura. Subiste despacio, hasta llegar a mi pecho. Tu estancia ahí se prolongo en esa atemporalidad que guarda el placer. Cuando llegue, tus labios soltaron mi pezón y tu mano izquierda jaló la soga que ataba mis manos. Alejaste tu cuerpo del mío, me abofeteaste una, dos, tres, cuatro, cinco veces y tomaste la cámara.
-¡Demonios! necesitamos un asistente, detesto tener que dejarte para acomodar las luces.
Un par de clicks y te montaste en mi. Cerré los ojos. El frío de las tijeras rozando mi cadera me hizo volver, cortaste mi ropa interior y conteniéndote diste un clic más.
Me miraste preguntando, asentí. Echaste la cabeza hacia atrás, y con tu mano izquierda tapando mi boca, te derramaste. Exhausta me apoye en tus senos. Sin dejar de escuchar tu corazón, agradecí la experiencia del placer y todos sus rostros.

martes

El negocio de dormir


Desperté con dolor de cabeza y nauseas. Tengo frío, se me acalambra lo que yo imagino y/o supongo debe ser el nervio óptico, y mi espalda insiste en recordarme mi alevosa y arbitraria falta de descanso. Y no señores, no he bebido una gota de alcohol en días, he comido de forma casi decente, hago ejercicio y demás etcéteras. Pero es que nunca he entendido porque perder el tiempo durmiendo cuando hay tanto por hacer, cuando la noche me resulta tan fascinante, y el proceso creativo es tan absorbente. Cuando paso la tercera parte del día trabajando y hay tantos sitios a los que deseo ir, tanto por leer. Cuando el hedonismo y la compulsión son tan seductores.
Y luego llegan días como hoy, donde se confronta la mujer del ensueño con la racional, y una me habla de las bendiciones y del privilegio del descanso, del tan popular concepto de calidad de vida, de aquello que necesita el cuerpo. Y la otra insiste en recordarme que la estancia aquí es brevísima, y que como dice mi madre, ya habrá mucha oscuridad y descanso… Y en ese extraño juego de convencimiento y/o acuerdo, es cuando entiendo la raíz probable, de la fascinante, maquiavélica y esperanzadora idea de la reencarnación. Digo, aunque no me resulte mas que un consuelo de imbéciles, tan absurdo como el cielo. Una vida no alcanza…

domingo

De deseos y culpa...


-¡¿Hola?!
-¿Qué haces aquí?
-Te amo
-Ya en serio, ¿Qué haces aquí?
-Me dijeron que no te quedas…
-¡Demonios! Tienes razón, la situación ideal para buscarme
-Quiero estar contigo
-Estas loca negra, no tiene sentido. No puedo cambiar mis planes ni por ti
-Jamás te pedí nada, hoy te lo pido. Sólo el tiempo que estés aquí, después ciao
-¿Entiendes lo que me estás ofreciendo…?
-Llegué sudando frío y con el corazón agitado, asustada de cómo reaccionarías, de si estarías con alguien. Pero no dude ni un segundo en tocar tu puerta
Te mire incrédula y sorprendida. Mi labio inferior temblaba
-Bonita, sólo tengo un boleto
Me tomaste las manos y te inclinaste para besarlas
-India te falle demasiado, déjame darte esto. Déjame quedar en paz…

viernes

Porque un día fue...


-Al parecer diciembre es el mes favorito de los desaparecidos. Recibí mensajes de gente de la que tengo años sin saber nada
Tomaste tu teléfono. El común denominador te hizo sonreír
-¿Quién te escribió?
-Te acuerdas del mes que estuve en Puebla…pues un compañero de ahí y otra amiga del Instituto.
Sin dejar de mirarte pensé: Sí, la misma que el día de tu acto te llamó infinidad de veces para pedirte que fueses su compañero en aquel congreso.
No dije nada. Me guarde la expresión de tu rostro al leer el remitente.
Después de unos tragos fuimos a la cama. Respire profundo antes de cerrar los ojos. Era increíble la forma en que nuestros cuerpos embonaban en el abrazo, como cada curva parecía estar destinada. Al exhalar recordé a la chica, a otras. A todas las personas con las que nos cruzamos cada día.
-Te toca apagar la luz
Cerré los ojos y sonreí
-¿De que te ríes?
-Nada, que me gusta creer que cada día, de entre todas las posibilidades me elijes a mí.
"Resumiendo,
que te tengo ley"

martes

Cotidianidad

El domingo pasado en el jardín...
-¡Hey! ¿Qué es eso?
-Una hormiga con alas
-¡¿Eh?! ¿Tan grande?
Con esa expresión de cuando alguien dice algo muy obvio y verídico
-Sí, cuando llueve a las hormigas les salen alas…
-¿Cómo para que?
-No sé…
-Ja ja, ¿Tipo Gremlins?
-Mmh, contigo no se puede
-Yo nomás preguntaba
Después de un rato de silencio, mientras amontonaba las hojas cerca del arrayán
-¿Qué piensas?
Acercando ligeramente la barbilla al pecho
-Ash, ¡Yo quiero ser hormiga!

viernes

Cuando las líneas paralelas abandonan la paradoja...

Te espere descalza, sentada en el tercer escalón. Usaba aquella falda amplia y larga de color negro, una camiseta del mismo tono, una estrella de 6 puntas descansaba en el espacio de mi escote. Fumaba encendiendo cada cigarrillo con el anterior.
Llegaste cuando comenzaba a oscurecer, entramos sin encender la luz, me senté sobre el sofá cama de la sala apoyando la espalda sobre la pared, te acomodaste frente a mí y me tomaste las manos. La charla comenzó con esa tensión que guardan las patas de un insecto sobre el agua: Ya no vamos a estar juntos. Luego con el sonido de quien grita dentro de un calderito viejo, vino el: me mentiste, y lento, como quien bate leche y azúcar sobre el fuego, llegaron todos los porques, todos los etcéteras…
En algún momento el abrazo nos dejo sin palabras. Había un dolor tan dulce en ese cobijo, una aceptación tan apacible, tal reconocimiento del otro.
Me separe de tu pecho para secarme las lágrimas. Me miraste unos minutos antes de hablar.
-Yo le prometí cuidarte
-Te libero de esa promesa. Eres Libre. ¡Hey! mírame a los ojos, eres libre y necesito que me digas lo mismo.
-¿Quién te dijo a ti, que yo quiero ser libre?
-Por favor. Sólo dilo…

Ya me voy para lo ancho
ya me voy como quien se queda
ya no existo entre tus manos

[de un poema de mi querido Guadalupe del Río]

miércoles

La línea que me une con mis antepasados, con ellas, con ellos…con el origen.


Mis pies se apoyan firmemente sobre los hombros de mi madre, puedo mirar a mis abuelas, a sus madres, a cada una de las mujeres que nos antecedieron, sosteniéndose unas a otras en una columna infinita, eterna. Puedo sentir la fuerza y el conocimiento de las antigüas, puedo mirarlas: sonrientes, gordas, viejas, frondosas y de caderas anchas; enraizadas…despiertas, unas con la tierra. Y es como si mi mirada, involucrase la de todas; como si la contemplación nos permitiese ser una… y todas al mismo tiempo

lunes

"no es que yo esté llorando, el río se desbordo..."

viernes

Inteligencia Intuitiva

Exposición: “Inteligencia Intuitiva”
Arte contemporáneo
Ambrosio Verdia, Brandy Darlin, Jose Pablo A. Palomino, Fernando Sandoval, Megan Headley, Roberto Zamarripa, Nydia Puertas, Mónica Escutia, Rebecca Cross, Israel Monteón Osuna, David Dadone, Los influenzados, Lourdes Méndez
Lugar: Ex-convento del Carmen
Fecha y hora de inicio: 26 de junio a las 20:00
Finalización: 25 de julio a las 20:00

*por cierto, alguien puede explicarme como subir música

miércoles

El mundo de los que ven


Mario es mi compañero desde hace un par de años. Es abogado y nació ciego. Suele reconocerme a metros de distancia, y saludarme con una sonrisa enorme. Alguna vez hablamos al respecto y respondió con esa picardía que lo caracteriza:
-¡Ay, Alice! si es facilísimo, te reconozco por tu olor y tu forma de caminar ¡Difícil! Lo que hacen ustedes. Distinguirse cuando todos tenemos dos ojos, una boca, etc. Eso, sí es difícil.

El día de ayer en el receso de la reunión regional salimos a fumar,
-¿Es cierto que eres bonita?
-Pues, creo que sí.
-Al final existen dos mundos ¿no? el suyo y el nuestro.
-Yo creo que hay tantos mundos como personas.
-Como ciego, hay conceptos difíciles de entender,
-¿Cómo el asunto de la belleza?
-Sí, como ese.
-Pues todo termina siendo un asunto de apreciación.
La charla siguió, hablábamos de estereotipos cuando tuvimos que regresar al aula.

Hoy, confieso que me habría encantado retomar el tema y conocer su percepción de la belleza, tratar de abrir mis sentidos para entender. Llevarlo por el mundo de las ideas sin imágenes, y de alguna forma mostrarle.
Algo me dice que habríamos podido empalmar conceptos. Pero aquello, fue sólo una plática de pasillo, y ahora que lo pienso Mario parecía triste.

lunes

Te quise y te quiero tanto,


-¿Por qué llora mi niña?
-Estoy triste y enojada vieja
-Yo también lo estuve, pero al final entenderás
-Entiendo y aprecio la forma en que la muerte transforma lo que toca, la forma en que nos transforma tan a pesar nuestro. Pero no debería estar permitido hacer promesas que no se pueden cumplir, menos cuando uno es niño, y se cree todo lo que le dicen.
-¡Mi niña! siempre con el corazón tan peleado con la cabeza.
-Ojalá alguno hubiese ganado un día
-¿Recuerdas lo que te dije el día que rompiste la puerta de la cocina?
-Sí, también recuerdo que me decías que guardara mis lágrimas para cuando te murieras. Y ya ves que aun sin ese almacenaje, me alcanzan y sobran.
-No me gustaba verte llorar, nunca te dije porque. Y es que lloras igual que mi madre. Tan calladita, como si cada lagrima viniese de hace tanto, de tan profundo.
Cuando las veía, sentía que me había enterado de algo que no debía, que había invadido algo tan íntimo. Y ustedes mantenían esa expresión tan parecida a la de los santos, como si el llanto y la vida les fuesen ajenos, y la intensidad de su dolor estuviese tan lejos de mi comprensión.
Porque no dejas esa taza, y me cuentas qué es lo que pasa…
Apretando la taza contra el pecho sin dejar de mirar un punto fijo sobre la pared.
-Tú también me dejaste

domingo

Qué ganas de ser agua

miércoles

El encantador Mr. H

Pusiste mi mano sobre tu cuello mientras presionabas un punto en mi espalda y otro en la comisura de mi codo, el dolor ascendió como una descarga eléctrica. Tus dedos cambiaron de sitio y el placer se intensifico, cambiaste el acorde para sumergirme en un escalofrío que comenzó en la punta de mi dedo índice, otra conjunción para hacerme sentir un millón de alfileres en las plantas de los pies, una más para hacerme experimentar la caída y el vértigo. Barriste mi rostro, senos y vientre con las yemas de tus dedos y disminuiste el ritmo para morder suavemente mi hombro, y dejarme recobrar la conciencia. Respire hondo. Deslice mi mano sobre tu pecho y tome el rosario que pendía de tu cuello, gire la muñeca para empuñar la mano, y comencé a apretar. Tu rostro se tiño resaltando aun más el cenizo de tu cabello y el color de tus ojos. Tu sonrisa era maquiavélica e infantil. Reí. Me giraste de golpe
-¿De que te ríes?
-Es fascinante tener el control
-¿Y ahora?
-Abusas de que eres grande. Y bueno, contigo prefiero la sumisión…
Me acomodaste el cabello y me miraste casi intimidante
-¿Siempre te ríes cuando lo haces?
-No, no siempre ¿y tú?
-Sólo cuando estoy contento…
Te quedaste en silencio por unos segundos, y como si estuvieras muy lejos, y con ese tono de vos que usaste cuando me conociste, seguiste:
-Sólo contigo…

martes

Señor Cioran

"Resulta curioso cómo buscamos olvidar por medio del amor lo que todos los azules del cielo y todas las mitologías del alma no pueden hacernos olvidar. Pero dos senos no pueden ocultarnos la verdad, aunque nos proporcionan más calor que las lejanas luces de Dios."

viernes

Los cuentos, el pasado

Llegué al café de siempre, nerviosa, con el cabello muy corto y peinado de niño. Rubia, temblando. Habías terminado tu investigación, estabas muy flaco y moreno. Usabas trenza, mirabas con ojos de animal. Charlamos un par de horas, las palabras se balanceaban entre sorbos de café, caricias, migas y esa felicidad burbujeante de los encuentros.
-y… ¿Estás con alguien?
Asentí con la cabeza. Sonreíste indulgente
-¿Y quién es?
-Ya sabes…
Apretaste los puños
-Chale ¿Por qué él?
Se marcaron las venas de tu cuello
-¡No voy a estar contigo! Cualquiera no habría importado pero ¿él?

Terminamos el café, te pedí que no me llevarás a casa, no estaba dispuesta a una despedida mas. Me acompañaste al taxi, me negué a tu beso, y me invente un domicilio. Caminé un par de horas antes de llegar a mi puerta. El otro tú me esperaba sentado en la escalera. Era absurdo que yo quisiera dejarlo todo cada que aparecías, era absurdo que me hubieses pedido que viajara contigo, como lo era que hubiese negado. Era absurdo querernos tanto…
Nos abrazamos… a las manos siguieron los besos, a los besos ese estúpido amor que decíamos profesarnos, y después las olas, el calor…la humedad
-No quiero mas recuerdos nuestros aquí
-¿Vamos a mi casa?
Se me mojaron los ojos, se me quebró la voz
-No, no puedo. No quiero.
-Entiendo, perdóname. Necesito estar contigo

Salimos y por primera vez en todo nuestro tiempo, fuimos a un motel. Entramos, el frío y la falta de familiaridad me resultaron reconfortantes. Te quite la ropa, nos besamos todos, me cogiste como nunca, como antes, como siempre, hasta que mi espalda se arqueo, te clave las uñas en el cuello y los ojos se me llenaron de lagrimas…

Minutos después me mire en el espejo: tu cabeza descansaba sobre mi vientre, sonreías placidamente. La tristeza se convirtió en ira, ¿Con qué puto argumento te atrevías a buscarme? ¿Con qué puto derecho te atrevías a juzgarme? Comencé a temblar, te moví despacio, me senté sobre la cama. El reflejo no mentía estaba ahí, estabas ahí, estábamos ahí. Te pusiste de rodillas para abrazarme
-¡No me toques!
-¿Y ‘ora? ¿Qué paso?
-¿Qué paso? Que soy una verdadera pendeja. Eso paso.
Lamiste mis lágrimas y me arrastraste hacia la cabecera.
-Solo necesitamos descansar. Si respiras hondo y dejas de mirarme así, te cuento un cuento ¿va?

Y en ese cuarto… entre tus brazos, con los ojos bien cerrados, la garganta hecha nudo y el corazón apretado. Escuche el cuento más cruel de la historia. Ese, de la niña en la montaña, que cansada de esperar el regreso de los aldeanos, corta el puente y se queda sola…

Diálogos que sólo entienden Soledad y el Gato

-New York me duele tanto. Aun más que el nombre de Carolina
El Gato se arrima con sus ojos grandes bien abiertos, ronronea un poco
-¡Ay, Soledad! ¡Qué cosas tan raras dices!
Deja pasar tres segundos, y la besa en la boca

jueves

"Para cubrir fastuosamente el drama de la existencia, lanza fuegos artificiales a través del espíritu; manténlos de la mañana a la noche; crea a tu alrededor el resplandor efímero y eterno de la inteligencia enloquecida con su propio juego; haz que la vida brille sobre un cementerio. ¿Es que acaso el alma humana no es una tumba en llamas?
Da un rumbo genial a las sensaciones; impónle al cuerpo la vecindad de los astros; levanta la carne por medio de la gracia o del crimen hasta los cielos; que tu símbolo sea una rosa sobre un hacha.
Practica el goce de otorgar a las ideas el espacio de un instante, de amar al ser sin permitirle tener un sentido, de ser tú mismo sin ti."

El ocaso del pensamiento, Cioran

martes

Tal vez en algún sitio oiga vibrar la cuerda de una ballesta y despierte sin querer...

Eres muy hermosa, Clarice
-El aspecto es un accidente, Dr. Lecter
-Si el atractivo fuese un premio a los merecimientos, seguirías siendo hermosa

Thomas Harris, Hannibal


Aun recuerdo cuanto me gustó el final de éste libro por aquellos días.
Los cambios de casa tienen su encanto.

lunes

De las alas del Gato

Soledad esta parada bajo el marco de la puerta, entre el jardín y el estudio. Observa. Sobre la mesa, hay un montón de zanates muertos con las alas extendidas; a la izquierda hay un balde de cristal lleno de plumas, a la derecha una bandeja con picos y corazones. El Gato esta en una esquina. Tiene las garras heridas y el hocico arañado, esta totalmente abstraído y no para de coser.
Soledad se acerca con vendas y alcohol
-Cariño, ¿Qué se supone que haces?
-¿No me dijiste que querías volar?

jueves

Acabo de recibir mi nombre espiritual, y me gusto mucho, mucho

La carta comenzaba así: Sat Nam hermana divina…

Aquí un breve resumen,

El nombre: Bhajanpreet Kaur
Bhajan: canción divina de Dios
Preet: amor o amado
Kaur: es el nombre que todas las mujeres reciben
Significa: la princesa/leona de dios

Es quien canta y vibra en su corazón la canción divina de Dios, y es cubierta en el amor de su alma.
Es la princesa de dios, que camina con gracia y poder por la vida.

¡Hermoso!


*gracias por la traducción señorita B

lunes

Ellos, nosotros

-Gato ¿Tú, me quieres?
-Vieja, yo te adoro
Soledad baja la mirada por unos segundos, después lo mira fijamente
-Eso quiere decir, que también te irás ó que te romperé el corazón
-Chole, tú ya me rompiste el corazón

La firma Pandora

Rara vez visito a “la mamá”, es por eso que cuando estoy ahí, las platicas se tornan largas y memorables.
En mi última aparición, en medio del caos que traen consigo las familias grandes, hablamos de su relación. Me regalo una de esas frases que me recuerdan tanto al Sr. Almodovar, y que ante mis ojos la reafirman como el personaje que es

-¿Qué clase de puta cree que soy?

viernes

Piel de barro

Te desnudaste y te echaste boca abajo sobre la cama. Tu piel era oscura, sin una sola marca, brillante. Me monte sobre tus caderas y tome tu cintura con ambas manos
-Que bonita envoltura la tuya, pareces de barro
Dicho esto me pegue a tu espalda y me acerque a tu oído:
-Estás como para contemplarte
Giraste el cuello y me miraste por el rabillo del ojo ligeramente sonrojada.
Te bese pensando: Como para quedársela…

(pero como dice la Sra. Ángeles: si ni los perros son de uno…)

jueves

Adanes

Tomaste mi teléfono para guardar tu número, sonreí cínica
-¿Y aun tienes a tus mujeres guardadas con nombres falsos?
Me marcaste confirmando cada digito, en la pantalla parpadeo: Ilusionista
-Pensé que no lo tenías… ¿Por qué ilusionista?
-El ilusionista es aquel, que hace parecer real, algo que es imposible…

miércoles

Principio de incertidumbre

La pregunta es: ¿Qué demonios hago yo, soñando con el gato de Schrödinger?

Aunque debo aceptar, que es encantador como los links se van hilvanando después de un sueño lucido.

He aquí un regalito:

En mecánica cuántica, se denomina suicidio cuántico a un experimento imaginario propuesto de manera independiente por Hans Moravec y Bruno Marchal, y desarrollado por Max Tegmark en 1998.

El experimento trata de distinguir entre la interpretación de Copenhague y la teoría de los universos múltiples de Hugh Everett a través de una variación del experimento del gato de Schrödinger, consistente en mirar este último desde el punto de vista del gato.

El experimento supone un hombre sentado con un arma que apunta hacia su cabeza. El arma es manipulada por una máquina que mide la rotación de una partícula subatómica. Cada vez que el hombre apriete en gatillo el arma se disparará dependiendo del sentido de la rotación de la partícula: Si gira en sentido horario el arma dispara, en sentido contrario no lo hace.

Según la interpretación de Copenhague, con cada ejecución del experimento existe un 50 % de posibilidad de que el arma sea disparada y el hombre muera: eventualmente el experimentador morirá. La teoría de los universos múltiples, por su parte, plantea que cada ejecución del experimento divide el universo en dos: uno en que el hombre vive y otro mundo en que muere. Después de muchas series de la prueba, habrá muchos universos. En todos ellos menos en uno el hombre dejará de existir, pero siempre habrá un universo donde siga existiendo. Desde el punto de vista del hombre, por mucho que gatille el arma esta nunca se disparará, toda vez que su conciencia seguirá existiendo en muchos de los universos. Esto último es lo que se denomina inmortalidad cuántica.

gracias a Wikipedia.