miércoles

Amarres y luces


-Te compré algo
Dicho esto me entregaste un envoltorio de papel arroz.
-Anda, póntelo…

Pase al baño. Era una habitación amplia y fría, repleta de espejos. La cantidad de luces me hizo sentir cada una de mis imperfecciones. Deposité el bulto sobre el lavabo y abrí mi bolso, por primera vez me recrimine por sólo cargar chiles, cartera, llaves y brillo labial. Tomé un poco de crema y con un trozo de papel limpie la sombra bajo mis pestañas. Use un poco de brillo, y me acomode el cabello sin dejar de pensar en mi ofendida autoestima. Acerque el paquete, al deshacer el nudo, resbalo una batita blanca satinada. Dude un poco. Tu voz me hizo saltar
-¿Quieres vino?
-Sólo un poco
-¿Qué tanto haces ahí dentro?
-Nada ya voy
Le saqué la lengua al espejo y me desvestí. La tela era exquisita. Probé con y sin tacones, elegí con, y agradecí que combinaran a la perfección con la ropa interior. Le gruñí al espejo y salí sin pensar demasiado.
Al verme, dejaste las copas sobre la mesa. Lucías tan complacida. Amarraste un listón a mi antebrazo y me llevaste al balcón. Había una silla de madera muy parecida a las que siempre imagino en el cuento de Ricitos de Oro, pulidita y rustica. Siguiendo tu indicación me senté. Te arrodillaste sin dejar de mirarme, separaste mis piernas y ataste mis tobillos a las patas de la silla, llevaste mis muñecas hacia atrás y ajustaste el nudo. Te levantaste apreciando el cuadro, apretaste los labios y retiraste el listón de mi brazo para rodear mi cuello con el.
-Así esta mejor.
Acercaste una de las lámparas, he hiciste las primeras cuatro tomas
-Muy bien, ahora dame un segundo.
Sacaste unas tijeras plateadas, rozaste mis senos y vientre con ellas, hasta depositarlas entre mis piernas.
-Abre bien los ojos. Gira un poco tu cabeza hacia la puerta. Así, justo así. Sólo una toma más.
Apagaste el foco y comenzaste a besarme: el cuello, las manos, la cintura. Subiste despacio, hasta llegar a mi pecho. Tu estancia ahí se prolongo en esa atemporalidad que guarda el placer. Cuando llegue, tus labios soltaron mi pezón y tu mano izquierda jaló la soga que ataba mis manos. Alejaste tu cuerpo del mío, me abofeteaste una, dos, tres, cuatro, cinco veces y tomaste la cámara.
-¡Demonios! necesitamos un asistente, detesto tener que dejarte para acomodar las luces.
Un par de clicks y te montaste en mi. Cerré los ojos. El frío de las tijeras rozando mi cadera me hizo volver, cortaste mi ropa interior y conteniéndote diste un clic más.
Me miraste preguntando, asentí. Echaste la cabeza hacia atrás, y con tu mano izquierda tapando mi boca, te derramaste. Exhausta me apoye en tus senos. Sin dejar de escuchar tu corazón, agradecí la experiencia del placer y todos sus rostros.

4 comentarios:

  1. Wow! Tengo tanto aún por experimentar!
    Que experiencias amiga. Me encantan tus conversaciones de cama.
    Un beso.

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  2. Falta de confianza, amiga, yo puedo ser la asistente... jajajajajajajaja ;D

    Besopos y la veo el domingo!

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  3. Amara:
    Wiii! Me encanta que te encanten :D
    Un abrazo fuertísimo

    Ninfa:
    jajaja, me has hecho sonreir tanto...
    Igual nos aventamos el casting juntas, jeje
    Besos

    Lenna:
    Recibo el beso. ¡Bienvenida!

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