martes

El negocio de dormir


Desperté con dolor de cabeza y nauseas. Tengo frío, se me acalambra lo que yo imagino y/o supongo debe ser el nervio óptico, y mi espalda insiste en recordarme mi alevosa y arbitraria falta de descanso. Y no señores, no he bebido una gota de alcohol en días, he comido de forma casi decente, hago ejercicio y demás etcéteras. Pero es que nunca he entendido porque perder el tiempo durmiendo cuando hay tanto por hacer, cuando la noche me resulta tan fascinante, y el proceso creativo es tan absorbente. Cuando paso la tercera parte del día trabajando y hay tantos sitios a los que deseo ir, tanto por leer. Cuando el hedonismo y la compulsión son tan seductores.
Y luego llegan días como hoy, donde se confronta la mujer del ensueño con la racional, y una me habla de las bendiciones y del privilegio del descanso, del tan popular concepto de calidad de vida, de aquello que necesita el cuerpo. Y la otra insiste en recordarme que la estancia aquí es brevísima, y que como dice mi madre, ya habrá mucha oscuridad y descanso… Y en ese extraño juego de convencimiento y/o acuerdo, es cuando entiendo la raíz probable, de la fascinante, maquiavélica y esperanzadora idea de la reencarnación. Digo, aunque no me resulte mas que un consuelo de imbéciles, tan absurdo como el cielo. Una vida no alcanza…

3 comentarios:

  1. Una vida no alcanza, pero solo tenemos una. Hay que saber aprovechar al máximo la que tenemos.

    Besos,

    Anthony

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  2. El cansancio es un mal consejero, uno termina escribiendo cada tontería....

    Lindo día Anthony

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  3. Pequeñita!

    En total acuerdo contigo, ¿para qué desperdiciar tiempo durmiendo? ya llegará la hora de dormir para siempre, mientras tanto nada más lo indispensable...

    Ya te extrañaba por mi blog.

    Como siempre, tantos besos para ti.

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