Te desnudaste y te echaste boca abajo sobre la cama. Tu piel era oscura, sin una sola marca, brillante. Me monte sobre tus caderas y tome tu cintura con ambas manos
-Que bonita envoltura la tuya, pareces de barro
Dicho esto me pegue a tu espalda y me acerque a tu oído:
-Estás como para contemplarte
Giraste el cuello y me miraste por el rabillo del ojo ligeramente sonrojada.
Te bese pensando: Como para quedársela…
(pero como dice la Sra. Ángeles: si ni los perros son de uno…)
-Que bonita envoltura la tuya, pareces de barro
Dicho esto me pegue a tu espalda y me acerque a tu oído:
-Estás como para contemplarte
Giraste el cuello y me miraste por el rabillo del ojo ligeramente sonrojada.
Te bese pensando: Como para quedársela…
(pero como dice la Sra. Ángeles: si ni los perros son de uno…)
Querida! Que me ha encantado!!
ResponderEliminarSerá tal vez que me sentí esa mujer de barro, de color oscuro, de chocolate. Me gustó, me gustó, me gustó.
Y respecto al comentario que me dejaste en mi post, espero que tus recuerdos no hayan sido dolorosos. Efectivamente, la sensación que deja el llanto es -casi- redentora.
Y por cierto, nunca te quedes callada ante mis textos. Tus palabras siempre son -y serán- bienvenidas.
Un beso en cada mejilla para tí.
P.d. La señora Ángeles es muuuuuuy sabia!
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