viernes

De robos y conciencia moral


Es extraño como la vida se empalma. Ayer (gracias a la recomendación de Carlitos) comencé mi primer libro del señor Saramago “Ensayo sobre la ceguera”. En las primeras paginas un hombre se queda ciego mientras conduce (bueno en realidad en un alto) después de la conmoción, un buen samaritano se ofrece a llevarlo a casa y le roba el auto. El texto aborda el suceso desde varias perspectivas, la que tiene que ver con la naturaleza humana, la conciencia moral y demás etcéteras. Cerré el libro en la página 17, página en la que por cierto el ladrón se queda ciego.
Minutos después llegué a casa, y fui recibida con la sorpresa de que alguien entro y se llevo mi lap. A excepción de un par de detalles todo guardaba el orden habitual. Digamos que fui saqueada con elegancia ó falta de creatividad (no hubo chapas forzadas, ni vidrios, ni una pinche notita). Como es mi estilo, primero me asuste, después me preocupe, enseguida analice el cuadro y contemple a él ó los probables responsables, los escenarios futuros probables etc. Y al final me encabrone.
Estoy indignada es cierto, pero no tiene que ver con las tonterías que se llevaron, sino con la idea de que “alguien” haya entrado con tal ligereza a mi casa, el sitio en el que descanso, donde encuentro paz y silencio, seguridad. El lugar al que contadísimas personas entran. Me siento ultrajada, y vaya que jamás pensé que usaría esa palabra en una frase.

Lo cómico y absurdo del asunto es que en lo primero que pensé esta mañana al recordar el texto, fue: Sincronía.

Y bueno, aprovechando el foro y agradeciendo su empatía (ó sin ella) no me guardaré las ganas de mandar a rechingar a su puta madre al cabrón responsable. Ustedes “dispensaran” las palabrotas, pero qué bonito es desahogarse.

miércoles

De cigarros y encuentros


Fue una noche larga, llegué con el tiempo justo para bañarme y salir. Antes de tomar las llaves un escalofrío me paralizo, algo no andaba bien, pero aun estaba un poco ebria y no había sueños que recapitular.

Después de mi primer clase salí a desayunar. En mi estado la fila parecía inmensa, tome un muffin y me serví café. Mientras esperaba, pensé en el método más efectivo y accesible para quitarme ese “frío de huesos”, visualice un sitio soleado, tranquilo y alejado, pedí unos Marlboro rojos e incline el rostro para revisar mi bolso en busca de efectivo, al incorporarme me tope con tu reflejo: venías caminando con Rodo, ambos sonreían. Por un momento dude, que harías tú en la universidad. ¿Sí, qué diantres harías tú ahí? Tome la cajetilla, y salí maldiciendo.
Ese mismo mes te había visto en el cine de la mano de aquella chica, y cruzando una avenida. Siempre te evite y ahora, decidías aparecer aquí.

Terminé el examen y salí de inmediato. Cuando estaba por arrancar me interrumpió el rechingado sonido del celular vibrando sobre el tablero
-Reina olvidaste tu libro
Deje el motor encendido y regrese respirando hondo.
_____
Nos encontramos en el descanso del primer piso. Esta vez no había como perderme, no había como perdernos. Apreté el libro contra mi pecho, te miré a los ojos y dije: hola. Te acercaste sin hablar, apoyaste tus manos en mi cintura. Nos besamos despacio, boba e ingenuamente. Como si nunca te hubiese mentido, como si tu mano izquierda no hubieses sostenido la manija de mi puerta un año antes, y me hubieras dicho: por favor…dime que no me vaya

Amarres y luces


-Te compré algo
Dicho esto me entregaste un envoltorio de papel arroz.
-Anda, póntelo…

Pase al baño. Era una habitación amplia y fría, repleta de espejos. La cantidad de luces me hizo sentir cada una de mis imperfecciones. Deposité el bulto sobre el lavabo y abrí mi bolso, por primera vez me recrimine por sólo cargar chiles, cartera, llaves y brillo labial. Tomé un poco de crema y con un trozo de papel limpie la sombra bajo mis pestañas. Use un poco de brillo, y me acomode el cabello sin dejar de pensar en mi ofendida autoestima. Acerque el paquete, al deshacer el nudo, resbalo una batita blanca satinada. Dude un poco. Tu voz me hizo saltar
-¿Quieres vino?
-Sólo un poco
-¿Qué tanto haces ahí dentro?
-Nada ya voy
Le saqué la lengua al espejo y me desvestí. La tela era exquisita. Probé con y sin tacones, elegí con, y agradecí que combinaran a la perfección con la ropa interior. Le gruñí al espejo y salí sin pensar demasiado.
Al verme, dejaste las copas sobre la mesa. Lucías tan complacida. Amarraste un listón a mi antebrazo y me llevaste al balcón. Había una silla de madera muy parecida a las que siempre imagino en el cuento de Ricitos de Oro, pulidita y rustica. Siguiendo tu indicación me senté. Te arrodillaste sin dejar de mirarme, separaste mis piernas y ataste mis tobillos a las patas de la silla, llevaste mis muñecas hacia atrás y ajustaste el nudo. Te levantaste apreciando el cuadro, apretaste los labios y retiraste el listón de mi brazo para rodear mi cuello con el.
-Así esta mejor.
Acercaste una de las lámparas, he hiciste las primeras cuatro tomas
-Muy bien, ahora dame un segundo.
Sacaste unas tijeras plateadas, rozaste mis senos y vientre con ellas, hasta depositarlas entre mis piernas.
-Abre bien los ojos. Gira un poco tu cabeza hacia la puerta. Así, justo así. Sólo una toma más.
Apagaste el foco y comenzaste a besarme: el cuello, las manos, la cintura. Subiste despacio, hasta llegar a mi pecho. Tu estancia ahí se prolongo en esa atemporalidad que guarda el placer. Cuando llegue, tus labios soltaron mi pezón y tu mano izquierda jaló la soga que ataba mis manos. Alejaste tu cuerpo del mío, me abofeteaste una, dos, tres, cuatro, cinco veces y tomaste la cámara.
-¡Demonios! necesitamos un asistente, detesto tener que dejarte para acomodar las luces.
Un par de clicks y te montaste en mi. Cerré los ojos. El frío de las tijeras rozando mi cadera me hizo volver, cortaste mi ropa interior y conteniéndote diste un clic más.
Me miraste preguntando, asentí. Echaste la cabeza hacia atrás, y con tu mano izquierda tapando mi boca, te derramaste. Exhausta me apoye en tus senos. Sin dejar de escuchar tu corazón, agradecí la experiencia del placer y todos sus rostros.

martes

El negocio de dormir


Desperté con dolor de cabeza y nauseas. Tengo frío, se me acalambra lo que yo imagino y/o supongo debe ser el nervio óptico, y mi espalda insiste en recordarme mi alevosa y arbitraria falta de descanso. Y no señores, no he bebido una gota de alcohol en días, he comido de forma casi decente, hago ejercicio y demás etcéteras. Pero es que nunca he entendido porque perder el tiempo durmiendo cuando hay tanto por hacer, cuando la noche me resulta tan fascinante, y el proceso creativo es tan absorbente. Cuando paso la tercera parte del día trabajando y hay tantos sitios a los que deseo ir, tanto por leer. Cuando el hedonismo y la compulsión son tan seductores.
Y luego llegan días como hoy, donde se confronta la mujer del ensueño con la racional, y una me habla de las bendiciones y del privilegio del descanso, del tan popular concepto de calidad de vida, de aquello que necesita el cuerpo. Y la otra insiste en recordarme que la estancia aquí es brevísima, y que como dice mi madre, ya habrá mucha oscuridad y descanso… Y en ese extraño juego de convencimiento y/o acuerdo, es cuando entiendo la raíz probable, de la fascinante, maquiavélica y esperanzadora idea de la reencarnación. Digo, aunque no me resulte mas que un consuelo de imbéciles, tan absurdo como el cielo. Una vida no alcanza…

domingo

De deseos y culpa...


-¡¿Hola?!
-¿Qué haces aquí?
-Te amo
-Ya en serio, ¿Qué haces aquí?
-Me dijeron que no te quedas…
-¡Demonios! Tienes razón, la situación ideal para buscarme
-Quiero estar contigo
-Estas loca negra, no tiene sentido. No puedo cambiar mis planes ni por ti
-Jamás te pedí nada, hoy te lo pido. Sólo el tiempo que estés aquí, después ciao
-¿Entiendes lo que me estás ofreciendo…?
-Llegué sudando frío y con el corazón agitado, asustada de cómo reaccionarías, de si estarías con alguien. Pero no dude ni un segundo en tocar tu puerta
Te mire incrédula y sorprendida. Mi labio inferior temblaba
-Bonita, sólo tengo un boleto
Me tomaste las manos y te inclinaste para besarlas
-India te falle demasiado, déjame darte esto. Déjame quedar en paz…

viernes

Porque un día fue...


-Al parecer diciembre es el mes favorito de los desaparecidos. Recibí mensajes de gente de la que tengo años sin saber nada
Tomaste tu teléfono. El común denominador te hizo sonreír
-¿Quién te escribió?
-Te acuerdas del mes que estuve en Puebla…pues un compañero de ahí y otra amiga del Instituto.
Sin dejar de mirarte pensé: Sí, la misma que el día de tu acto te llamó infinidad de veces para pedirte que fueses su compañero en aquel congreso.
No dije nada. Me guarde la expresión de tu rostro al leer el remitente.
Después de unos tragos fuimos a la cama. Respire profundo antes de cerrar los ojos. Era increíble la forma en que nuestros cuerpos embonaban en el abrazo, como cada curva parecía estar destinada. Al exhalar recordé a la chica, a otras. A todas las personas con las que nos cruzamos cada día.
-Te toca apagar la luz
Cerré los ojos y sonreí
-¿De que te ríes?
-Nada, que me gusta creer que cada día, de entre todas las posibilidades me elijes a mí.
"Resumiendo,
que te tengo ley"

martes

Cotidianidad

El domingo pasado en el jardín...
-¡Hey! ¿Qué es eso?
-Una hormiga con alas
-¡¿Eh?! ¿Tan grande?
Con esa expresión de cuando alguien dice algo muy obvio y verídico
-Sí, cuando llueve a las hormigas les salen alas…
-¿Cómo para que?
-No sé…
-Ja ja, ¿Tipo Gremlins?
-Mmh, contigo no se puede
-Yo nomás preguntaba
Después de un rato de silencio, mientras amontonaba las hojas cerca del arrayán
-¿Qué piensas?
Acercando ligeramente la barbilla al pecho
-Ash, ¡Yo quiero ser hormiga!

viernes

Cuando las líneas paralelas abandonan la paradoja...

Te espere descalza, sentada en el tercer escalón. Usaba aquella falda amplia y larga de color negro, una camiseta del mismo tono, una estrella de 6 puntas descansaba en el espacio de mi escote. Fumaba encendiendo cada cigarrillo con el anterior.
Llegaste cuando comenzaba a oscurecer, entramos sin encender la luz, me senté sobre el sofá cama de la sala apoyando la espalda sobre la pared, te acomodaste frente a mí y me tomaste las manos. La charla comenzó con esa tensión que guardan las patas de un insecto sobre el agua: Ya no vamos a estar juntos. Luego con el sonido de quien grita dentro de un calderito viejo, vino el: me mentiste, y lento, como quien bate leche y azúcar sobre el fuego, llegaron todos los porques, todos los etcéteras…
En algún momento el abrazo nos dejo sin palabras. Había un dolor tan dulce en ese cobijo, una aceptación tan apacible, tal reconocimiento del otro.
Me separe de tu pecho para secarme las lágrimas. Me miraste unos minutos antes de hablar.
-Yo le prometí cuidarte
-Te libero de esa promesa. Eres Libre. ¡Hey! mírame a los ojos, eres libre y necesito que me digas lo mismo.
-¿Quién te dijo a ti, que yo quiero ser libre?
-Por favor. Sólo dilo…

Ya me voy para lo ancho
ya me voy como quien se queda
ya no existo entre tus manos

[de un poema de mi querido Guadalupe del Río]

miércoles

La línea que me une con mis antepasados, con ellas, con ellos…con el origen.


Mis pies se apoyan firmemente sobre los hombros de mi madre, puedo mirar a mis abuelas, a sus madres, a cada una de las mujeres que nos antecedieron, sosteniéndose unas a otras en una columna infinita, eterna. Puedo sentir la fuerza y el conocimiento de las antigüas, puedo mirarlas: sonrientes, gordas, viejas, frondosas y de caderas anchas; enraizadas…despiertas, unas con la tierra. Y es como si mi mirada, involucrase la de todas; como si la contemplación nos permitiese ser una… y todas al mismo tiempo