viernes
martes
Lugares
Y entonces, aquel hombre gigantesco al que llamaban el tirano, se abrazó a mi cintura y recargo su cabeza sobre mi pecho.
-Estoy tan cansado
¿Puedo quedarme a vivir aquí?
-El tiempo que quieras.
-Para siempre.
Lo envolví con mis piernas y acomode su cabeza para que sintiera mi pulso.
-No creo que vivamos tanto.
Un calor intenso emano de mi centro, me sentí su madre y su amante, su hermana y su abuela, su esposa y su hija.
Acaricie su frente hasta que se quedo dormido.
Al final hay sitios, en los que todos los hombres, somos iguales.
-Estoy tan cansado
¿Puedo quedarme a vivir aquí?
-El tiempo que quieras.
-Para siempre.
Lo envolví con mis piernas y acomode su cabeza para que sintiera mi pulso.
-No creo que vivamos tanto.
Un calor intenso emano de mi centro, me sentí su madre y su amante, su hermana y su abuela, su esposa y su hija.
Acaricie su frente hasta que se quedo dormido.
Al final hay sitios, en los que todos los hombres, somos iguales.
viernes
¿Sueños?
Anoche se presento un ser de gran estatura, su cuerpo emanaba una luz de color azul intenso, vibrante. Su mano izquierda sostenía una espada gigantesca.
Con amor profundo, infinito e incomprensible dijo:
-“He marchado 35,000 años para encontrarte”. Se acerco y beso la palma de mis manos, el dorso, después mi frente y cada una de mis mejillas.
No entiendo los porqués pero todo mi ser “supo” que aquello era verdad.
Desperté llorando como una niña.
Con amor profundo, infinito e incomprensible dijo:
-“He marchado 35,000 años para encontrarte”. Se acerco y beso la palma de mis manos, el dorso, después mi frente y cada una de mis mejillas.
No entiendo los porqués pero todo mi ser “supo” que aquello era verdad.
Desperté llorando como una niña.
Casa acuarela
En esta casa llueve y los colores escurren por todos lados, en la luz, en el aire. De noche las cachoras salen de cacería y se buscan, y se comen el canto de los grillos, y las alas de los insectos. Caminan de cabeza y voltean el mundo.
Aquí la cama no se tiende a menos de que uno tenga la necesidad de sentir que dejó todo muy limpio, muy en orden. Sólo se viste cuando la puerta principal está abierta. Y casi siempre hay ropa interior entre las sabanas o bajo la cama. En general usted sólo encontrará desayunos, somos amantes de los chilaquiles crujientes con queso cotija y crema, y de los wafles con nieve.
Nuestra única mascota es una ceiba llamada anónima, ella suele recordarnos que todo es cíclico, y es de esas que invitan a todo mundo a vivir con ella.
El tapiz de los sillones tiene la mala costumbre de tararear gran parte de la mañana, es diabético y alérgico al polvo. Y bueno ya habrá notado que aquí los libros no tienen un lugar específico, y que hay tazas por todos lados, eso en realidad es algo que no podemos, ni nos gustaría evitar.
En este refugio se duerme mucho, hay una guitarra, un tapete de yoga, y pocos horarios. Tenemos el ritual de las series en video y las siestas en pareja. Por cierto hay un lugar en la sala que siempre está ocupado, y lo decimos literalmente, así que no permita que sus ojos lo engañen.
Y si alguna mañana le falta la fe, abra la puerta despacio, plante bien los pies sobre la tierra, inhale profundo y sienta, seguramente algunos demonios se irán ¿pero quién los necesita?
lunes
viernes
Hundirse en dios
El sudor de él le caía sobre el pecho, su cabello estilaba y el rostro le ardía. El mundo se detuvo, se partió en dos, en cuatro, en mil. Ella era aquel volcán y la serpiente. Frío y calor, calor y frío. Olas y la fuerza de mil soles agolpados en su garganta. Se experimentó como energía pura y estalló, abandonó su cuerpo y se sostuvo en aquella pausa por un par de segundos. Sintió como se hundía en dios y era dios al mismo tiempo. Sus músculos se tensaron, arqueo la espina y echó la cabeza hacia atrás: regresó. Dejó caer su peso sobre él y lentamente recobró la consciencia, abrió los ojos con aquella sensación de quien recién nace y con la devoción de una santa susurro: orgasmos redentores.
Postales para conservar
- En aquel sueño, él y yo hacíamos el amor en un colchón que flotaba sobre el mar, el agua tenía un resplandor dorado y era tan clara que permitía ver el fondo, la arena era de tonos pastel: rosa, café, verde y azul, los colores guardaban la simetría del helado napolitano.
_
-En mi casa mental, hay un sitio llamado el horno de la gracia, un lugar de ladrillos rojos con una ventana y un gran botón de inicio, donde uno va y coloca aquello que quiere crear o resolver sin pensar en el cómo o en los cuándos.
Ayer visite esa habitación con la intención de sacar “algo”, para mi sorpresa al abrir la puerta, salió una luz titilante que después de una breve danza y con esa gracia que caracteriza a las visiones, se transformo en un ave muy parecida al quetzal. Se elevo hasta el techo mostrando el azul iridiscente de las largas plumas de su cola. Ambas quedamos suspendidas, observándonos, maravilladas. Nadie se movió, sin embargo ella rodeo mi cuello amorosamente y se quedo conmigo en forma del collar más hermoso que jamás vi.
- Cuando escucho hablar del equilibrio divino, mi mente me lleva a una habitación con poquísima luz donde una bola luminosa del tamaño de mi puño flota apaciblemente.
- Me gusta no entender el gozo que experimenta mi corazón, al ver las montañas que rodean esta ciudad ¿Cómo comprender la maravilla del abrazo de las nubes y su constante movimiento?
Eso es arte. Aquello que logra conmoverte hasta la medula.
- La cadena de mariposas doradas que me une al cielo y me conecta con la tierra, el polvito sanador de sus alas, los aleteos dulces sobre mis ojos, sobre aquello que hay que reparar.
- La gran comunidad espiritual de la que soy parte.
- Las manos de mi abuela.
_
-En mi casa mental, hay un sitio llamado el horno de la gracia, un lugar de ladrillos rojos con una ventana y un gran botón de inicio, donde uno va y coloca aquello que quiere crear o resolver sin pensar en el cómo o en los cuándos.
Ayer visite esa habitación con la intención de sacar “algo”, para mi sorpresa al abrir la puerta, salió una luz titilante que después de una breve danza y con esa gracia que caracteriza a las visiones, se transformo en un ave muy parecida al quetzal. Se elevo hasta el techo mostrando el azul iridiscente de las largas plumas de su cola. Ambas quedamos suspendidas, observándonos, maravilladas. Nadie se movió, sin embargo ella rodeo mi cuello amorosamente y se quedo conmigo en forma del collar más hermoso que jamás vi.
- Cuando escucho hablar del equilibrio divino, mi mente me lleva a una habitación con poquísima luz donde una bola luminosa del tamaño de mi puño flota apaciblemente.
- Me gusta no entender el gozo que experimenta mi corazón, al ver las montañas que rodean esta ciudad ¿Cómo comprender la maravilla del abrazo de las nubes y su constante movimiento?
Eso es arte. Aquello que logra conmoverte hasta la medula.
- La cadena de mariposas doradas que me une al cielo y me conecta con la tierra, el polvito sanador de sus alas, los aleteos dulces sobre mis ojos, sobre aquello que hay que reparar.
- La gran comunidad espiritual de la que soy parte.
- Las manos de mi abuela.
Donde mi corazón (para Pablo)
Hace unos años elegí estar donde mi corazón, vivir en la libertad. No ha sido sencillo, pero ¿qué lo es? Muchas veces he confiado en cosas que no tienen nada que ver con lo racional, algunas he tenido que sacrificarme o renunciar a algo o a alguien (incluso a mí), otras a pesar de mis dudas camino como si supiera a donde va a llevarme la vida y entendiera los porqués. He de decir que elegí un camino bellísimo, que exige actos de fe. Siendo honesta no me imagino viviendo de otra forma.
_
Y bueno, al final siempre hay una especie de certeza, que me dice: Sé que estoy donde debo.
_
_
Hoy lo sé. ..
-Cuando al salir de casa miro las nubes abrazando al nevado y al abuelo de fuego.
-Cuando la visión de mi espíritu toma forma de caballo y se me acerca de frente, tranquilo decidido.
-Cuando él, aun sin entender porque cada cierto tiempo me hundo de esa manera, me convierto en río y lloró y me siento sola, me envuelve y acaricia despacio, como la niña que sabe que ya no soy.
-Cuando estoy en mi ciudad natal, abro el bolso y encuentro tres juegos de llaves.
-Cuando después de horas de observar el oleaje tranquilo, me decido a entrar, y el mar se pone bravo, y experimento la consciencia de dios y siento como me arranca lo que no me es útil, y el deseo de entregarme despierta…
-Cuando por fin he comprendido la sacralidad de las labores del hogar.
-Cuando re-conozco a los que amo y puedo ver las formas tan sutiles y hermosas que tiene dios y el amor para manifestarse.
-Cuando al salir de casa miro las nubes abrazando al nevado y al abuelo de fuego.
-Cuando la visión de mi espíritu toma forma de caballo y se me acerca de frente, tranquilo decidido.
-Cuando él, aun sin entender porque cada cierto tiempo me hundo de esa manera, me convierto en río y lloró y me siento sola, me envuelve y acaricia despacio, como la niña que sabe que ya no soy.
-Cuando estoy en mi ciudad natal, abro el bolso y encuentro tres juegos de llaves.
-Cuando después de horas de observar el oleaje tranquilo, me decido a entrar, y el mar se pone bravo, y experimento la consciencia de dios y siento como me arranca lo que no me es útil, y el deseo de entregarme despierta…
-Cuando por fin he comprendido la sacralidad de las labores del hogar.
-Cuando re-conozco a los que amo y puedo ver las formas tan sutiles y hermosas que tiene dios y el amor para manifestarse.
viernes
Refugios de una mujer gato
1. El rostro de Ella después del cuarto orgasmo.
2. La oración que escribió mi madre para encomendarme a dios.
3. Aquel hombre que decía que sus poemas favoritos eran los que jamás escribía. Me guardo aquellos versos, aquellas noches y las hermosísimas sobremesas que seguían al sexo.
4. El rancho de mi infancia con su noria (y mis primeras visiones), los cantos de las chicharras, el canal (y sus mujeres fantasmas), las culebras de agua, y los jacalitos llenos de maíz que fungían de alberca a pesar de los gorgojos y los regaños.
5. Las vías del tren, el andar cadencioso de los vagones, la lentitud con la que se alejan cual enorme animal. Las promesas, los recuerdos, las posibilidades. ..
6. La expresión de un hombre de medicina mientras duerme (esa sonrisa…)
7. Los atardeceres en San Andrés, con su frío y sus montañas rojas.
8. La cocina de mi abuela.
9. Las frases que se vuelven de uno.
10. Las maletas, las centrales y los aeropuertos…
11. Sus labios temblando en aquel primer beso.
2. La oración que escribió mi madre para encomendarme a dios.
3. Aquel hombre que decía que sus poemas favoritos eran los que jamás escribía. Me guardo aquellos versos, aquellas noches y las hermosísimas sobremesas que seguían al sexo.
4. El rancho de mi infancia con su noria (y mis primeras visiones), los cantos de las chicharras, el canal (y sus mujeres fantasmas), las culebras de agua, y los jacalitos llenos de maíz que fungían de alberca a pesar de los gorgojos y los regaños.
5. Las vías del tren, el andar cadencioso de los vagones, la lentitud con la que se alejan cual enorme animal. Las promesas, los recuerdos, las posibilidades. ..
6. La expresión de un hombre de medicina mientras duerme (esa sonrisa…)
7. Los atardeceres en San Andrés, con su frío y sus montañas rojas.
8. La cocina de mi abuela.
9. Las frases que se vuelven de uno.
10. Las maletas, las centrales y los aeropuertos…
11. Sus labios temblando en aquel primer beso.
jueves
Doña Ramona
-¡Con una chingada! ¿Quién carajos se atrevía a tocar de esa manera?
Abrí terminando de abotonarme la blusa. Tras la puerta: Doña Ramona.
Me miró con esos ojos de quien reprende a un niño.
-¡Ándale niña! no te me quedes viendo, que abajo hay un montón de bultos.
Acomodamos lo que me pareció una infinidad de bolsas, las había de todos tamaños, materiales, colores, pesos, sabores…
Me sonrió y extendió los brazos,
-Ahora sí, venga y abrace a su abuela
Me apretó contra sus grandes pechos, el olor a leche bronca y alimento para gallinas me hizo sentir en casa, desee quedarme ahí, en ella, pa’ siempre…
-Pues dónde traes el alma muchacha...
-Ya ni sé abuelita
- ¿Tienes un estropajo?
-Sí
-Tráemelo. Quítate la ropa y desenrédate ese cabello por el amor de dios.
-¿Te ayudo en algo?
-Sí, no me estorbes. Vete a tu cuarto
Me senté desnuda al borde la cama y comencé a cepillarme, quería estar en la cocina con ella, escucharla cantar, y mirar sus manos fuertes de movimientos delicados, pero órdenes eran órdenes. Justo cuando pensaba en lo feliz que me hacía aquella visita, entró cargando una olla de barro con lo que parecía una gran cantidad de té, sólo reconocí algunas de las hierbas: pasiflora, flores de azahar, valeriana, angélica y hojas de lechuga.
Comenzó a rezar, la imite como otras veces, tratando de guardarme cada una de sus palabras. De “ver”. Después de darme algunos consejos y muchas tareas para después, me indico:
-Ven párate aquí, separa un poco las piernas.
Tomo el estropajo y se arrodillo. Me tallo comenzando por la planta del pie izquierdo, ascendió con movimientos circulares, firmes; reconocí el amor en sus manos, su entrega, su gusto por servir, su desapego. No hubo un sitio que no fuese removido, paso con la misma fuerza por mi pubis, froto mi espalda, mi rostro, mi cuero cabelludo, termino el lado izquierdo y repitió el rito comenzando con la planta del pie derecho.
-Ahora ve y date un baño con las plantitas, y cuando estés lista me llamas para ir por ti…
Cuando terminé ya me sentía otra. Para salir del baño me rodeo con una sábana blanca y me envolvió como cuando niña, con calma me llevo a la cama, cruzo mis brazos sobre el pecho, y ajusto la sabana para que no pudiera moverme.
-Te vas a tomar este té, y no te vas a mover hasta que amanezca, yo me voy a quedar aquí contigo. Habla con tu alma, no tengas miedo. Mañana todo estará bien.
Abrí terminando de abotonarme la blusa. Tras la puerta: Doña Ramona.
Me miró con esos ojos de quien reprende a un niño.
-¡Ándale niña! no te me quedes viendo, que abajo hay un montón de bultos.
Acomodamos lo que me pareció una infinidad de bolsas, las había de todos tamaños, materiales, colores, pesos, sabores…
Me sonrió y extendió los brazos,
-Ahora sí, venga y abrace a su abuela
Me apretó contra sus grandes pechos, el olor a leche bronca y alimento para gallinas me hizo sentir en casa, desee quedarme ahí, en ella, pa’ siempre…
-Pues dónde traes el alma muchacha...
-Ya ni sé abuelita
- ¿Tienes un estropajo?
-Sí
-Tráemelo. Quítate la ropa y desenrédate ese cabello por el amor de dios.
-¿Te ayudo en algo?
-Sí, no me estorbes. Vete a tu cuarto
Me senté desnuda al borde la cama y comencé a cepillarme, quería estar en la cocina con ella, escucharla cantar, y mirar sus manos fuertes de movimientos delicados, pero órdenes eran órdenes. Justo cuando pensaba en lo feliz que me hacía aquella visita, entró cargando una olla de barro con lo que parecía una gran cantidad de té, sólo reconocí algunas de las hierbas: pasiflora, flores de azahar, valeriana, angélica y hojas de lechuga.
Comenzó a rezar, la imite como otras veces, tratando de guardarme cada una de sus palabras. De “ver”. Después de darme algunos consejos y muchas tareas para después, me indico:
-Ven párate aquí, separa un poco las piernas.
Tomo el estropajo y se arrodillo. Me tallo comenzando por la planta del pie izquierdo, ascendió con movimientos circulares, firmes; reconocí el amor en sus manos, su entrega, su gusto por servir, su desapego. No hubo un sitio que no fuese removido, paso con la misma fuerza por mi pubis, froto mi espalda, mi rostro, mi cuero cabelludo, termino el lado izquierdo y repitió el rito comenzando con la planta del pie derecho.
-Ahora ve y date un baño con las plantitas, y cuando estés lista me llamas para ir por ti…
Cuando terminé ya me sentía otra. Para salir del baño me rodeo con una sábana blanca y me envolvió como cuando niña, con calma me llevo a la cama, cruzo mis brazos sobre el pecho, y ajusto la sabana para que no pudiera moverme.
-Te vas a tomar este té, y no te vas a mover hasta que amanezca, yo me voy a quedar aquí contigo. Habla con tu alma, no tengas miedo. Mañana todo estará bien.
Dios también hizo a la Vargas ¡Bendito sea!
El pasado 17 de abril la inspiradora Señora Chavela Vargas cumplió 91 años
Extracto de entrevista publicada por La Jornada, un viernes 8 de junio de 2007
-Saber que ya amaneció y que tengo cosas que hacer. Pero si no me dan ganas, no las hago. A veces me canso de luchar contra muchas cosas del mundo que no puedo remediar. Pero cuando puedo remediarlas, lo hago. Busco una salida.
-Dicen que fue la primera mujer que le cantó una canción de amor a otra mujer. ¿Qué precio pagó por su forma de llamar al pan, pan? ¿Con la Macorina, por ejemplo?
-El arreglo de la Macorina es mío. Es una canción del siglo XVII; la prohibieron en tiempos de la Colonia, porque consideraban indecente decir ponme la mano aquí. A mí también me lo prohibieron. A los niños les apagaban el tocadiscos cuando llegaban a las casas.
-¿Fue revolucionario en su momento cantar sin eufemismos?
-Pues claro. Además, ¿a quién ofendo? ¿Quién se da por aludido? Los hipócritas, pero esos están marcados, ya los conocemos. Si hubiera habido Inquisición me mandan para allá. Yo tenía un coche convertible que me pude comprar cuando empecé a trabajar, era una belleza, era un MG. Y me paseaba por el Paseo de la Reforma en mi MG negro, con mi cigarro, y me gritaban cosas espantosas: ¡puta, hija de la chingada, maricona! Me moría de la risa. Los saludaba con un gran gesto ¡salud!
-¿Nadie le puso la rienda jamás?
-Nadie, jamás. Y por eso, moriré muy orgullosa. Quiero morirme un martes, para no fregarle el fin de semana a nadie. Nada pasa en martes, son muy aburridos.
-Tal vez sí se le haga...
-Dios es una presencia muy fuerte en muchas de sus canciones...
-Dios está metido en muchas letras de la canción mexicana. Hay cosas en las que no creo, pero no las digo. Para que me meto en otra bronca más de las que ya estoy metida. Estoy en paz y respeto mucho las cosas de la religión. Eso es privado.
"A veces me tocan la puerta de la casa y es una musa, o un ser raro. Cuando vivía a la orilla del mar, en Veracruz, amanecían escamas de pescado en el marco de la ventana. Me decía la criada: amaneció lleno de escamas. Yo le decía: son las sirenas que estuvieron aquí anoche. Llegaban y me contaban muchas cosas muy hermosas. Que sí conocían a Alfosina, que por ahí anduvo. Un día me invitaron a irme al fondo del mar a tomar una copa, pero no pude ir porque no bebo."
Extracto de entrevista publicada por La Jornada, un viernes 8 de junio de 2007
-¿Qué necesita cada mañana para levantarse?
-Saber que ya amaneció y que tengo cosas que hacer. Pero si no me dan ganas, no las hago. A veces me canso de luchar contra muchas cosas del mundo que no puedo remediar. Pero cuando puedo remediarlas, lo hago. Busco una salida.
-Dicen que fue la primera mujer que le cantó una canción de amor a otra mujer. ¿Qué precio pagó por su forma de llamar al pan, pan? ¿Con la Macorina, por ejemplo?
-El arreglo de la Macorina es mío. Es una canción del siglo XVII; la prohibieron en tiempos de la Colonia, porque consideraban indecente decir ponme la mano aquí. A mí también me lo prohibieron. A los niños les apagaban el tocadiscos cuando llegaban a las casas.
-¿Fue revolucionario en su momento cantar sin eufemismos?
-Pues claro. Además, ¿a quién ofendo? ¿Quién se da por aludido? Los hipócritas, pero esos están marcados, ya los conocemos. Si hubiera habido Inquisición me mandan para allá. Yo tenía un coche convertible que me pude comprar cuando empecé a trabajar, era una belleza, era un MG. Y me paseaba por el Paseo de la Reforma en mi MG negro, con mi cigarro, y me gritaban cosas espantosas: ¡puta, hija de la chingada, maricona! Me moría de la risa. Los saludaba con un gran gesto ¡salud!
-¿Nadie le puso la rienda jamás?
-Nadie, jamás. Y por eso, moriré muy orgullosa. Quiero morirme un martes, para no fregarle el fin de semana a nadie. Nada pasa en martes, son muy aburridos.
-Tal vez sí se le haga...
_
-Tal vez. Todo se me hace. Yo no pido las cosas, las cosas llegan, me dicen: ¿me recibes? Y yo les contesto: sí, pasa.
-Dios es una presencia muy fuerte en muchas de sus canciones...
-Dios está metido en muchas letras de la canción mexicana. Hay cosas en las que no creo, pero no las digo. Para que me meto en otra bronca más de las que ya estoy metida. Estoy en paz y respeto mucho las cosas de la religión. Eso es privado.
"A veces me tocan la puerta de la casa y es una musa, o un ser raro. Cuando vivía a la orilla del mar, en Veracruz, amanecían escamas de pescado en el marco de la ventana. Me decía la criada: amaneció lleno de escamas. Yo le decía: son las sirenas que estuvieron aquí anoche. Llegaban y me contaban muchas cosas muy hermosas. Que sí conocían a Alfosina, que por ahí anduvo. Un día me invitaron a irme al fondo del mar a tomar una copa, pero no pude ir porque no bebo."
-La barca...
-...en que me iré lleva una cruz de olvido. Es una canción de uno de los hermanos Sáizar, un compositor que era muy amigo mío. Esa canción se hizo en una cantina. Lleva una cruz de olvido, lleva una cruz de amor y en esa cruz, sin ti, me moriré de hastío. ¡Qué divina letra!
-¿Le llegó el momento, como al andariego, de sentir la calma y el sosiego?
-Ey, junto a mi cruz tan solo quiero paz. No sé si el momento de la cruz, pero si de las horas de sosiego. Llegará la hora de la cruz. Pero entre tanto, no voy a estar tranquila. Me falta mucho por hacer. Me falta ver filmar la última película de Pedro (Almodóvar). Por ahí hay una sorpresa para mí, con un premio, pero no lo puedo decir todavía.
-¿Cómo se siente tener 88 años...?
-...¡Ah, Chihuahua, de la chingada!
-...Tener 88 años, con tanta fuerza, tanta lucidez, estar en tantos proyectos.
-Sí tú, casi 90, creo que es una enfermedad nueva que no está de moda. Porque a esta edad la gente se mete a los cuartos a rezar. Yo todavía me aviento a hacer cosas locas. Si Herzog me invita a irme otra vez a la Patagonia, voy. Tengo muy bien puestas las hormonas.
_
-El amor...
-...El amor no existe, es un invento en noches de borrachera. Cuando pasa la borrachera se acabó el amor. El amor es muy complejo y muy baboso.
-¿Le ha dolido el corazón?
-Yo amo con el hígado. El corazón no tiene nada que ver con esto.
-La soledad...
-Nací con ella. Libertad es soledad. Libertad es pobreza. Así que no me quejo. Prefiero estar sola y no tener dinero que estar atada.
-¿Qué le espera en la vida?
-Ahora tengo que dar cinco conciertos en España. Luego, tengo una invitación a Rusia. Desde el verano está ese proyecto pendiente. Me están llamando con gran insistencia. Es un concierto de tres generaciones de mujeres, María Bethania es una, una cantante rusa es otra y la tercera soy yo.
-Los jóvenes van a sus conciertos...
-Eso es bellísimo. Yo hablo con jóvenes. Ellos sienten las mismas cosas que sentía yo a su edad. Claro, ellos sí saben porqué les pasan las cosas, yo no sabía nada. Se identifican mucho con La canción de las cosas simples, de César Acella. Cuando yo digo: demórate aquí, con el sol mayor de este mediodía, lloran, pero con un llanto diferente al amor corriente. Es casi un sueño, una cosa rara. La música no tiene frontera, sexo, edad. Es o no es, te toca el alma, te despierta cosas muy hermosas.
-Es muy fuerte...
-Ey.
_
-Pero también frágil...
-Mucho. Me desbarato. Pero no lo digo. Entre más desbaratada estoy, reacciono con una fuerza brutal, sin una lágrima. Y no oculto esa parte de mi ser. Ni presumo ni lo escondo. Yo soy lo que soy.
-¿Quién es Chavela Vargas en Costa Rica?
-Nadie. Porque los ticos son ignorantes. ¿Un país que no tiene ejército y le declara la guerra a Irak? ¡Echamelo pa´cá! Ahí no tengo nada. Pero aquí en México tengo a mis amigos. En Guadalajara, en Tepoztlán. No carezco de nada.
-¿Lamentas sus años de parranda?
-No, yo era una vieja borracha. Fueron años simpatiquísimos, con José Alfredo Jiménez, que era el enamorado de todas las mujeres del mundo y me llevaba a darles serenata y al final de la noche se le descomponía su coche y yo lo tenía que empujar. Pero me estaba diciendo el doctor la semana antepasada: qué hígado más perfecto tengo. No me lo explico, es un hígado que se tomó 40 mil copas.
-No habla mucho sobre cómo salió del alcohol, de cómo se rehabilitó...
-Con muchos ovarios. Esa fue la batalla más dura de mi vida. El primer día que dejé de beber y empecé a sudar (Chavela se pasa las manos por la cara, como si reviviera las sensaciones terribles de la abstinencia) me estaba muriendo, y sin un quinto para comprar una vitamina. Y yo decía: tengo que salir de esto. Sola. Sola me aventé la eterna cruda. ¡Y salí! Tengo 25 años sin probar copa. Y soy el ser más feliz.
martes
viernes
De yaquis y fantasmas...
-¿Quienes son los yoris abuela?
Abandonó el tejido y después de un breve silencio me miro a los ojos. Pude sentir como algo le apretaba el pecho, como la voz le venía de lejos y la ahogaba. Deseaba poder suavizar su rostro y seguirle sonriendo a su nieta, pero no podía.
-Los güeros, como tú…
Hace unos días (y muchos años después de aquella charla) supe que este término es utilizado desde la época de la colonia por los grupos cahitas para referirse a los blancos o mestizos y que originalmente significaba “bestia fiera”. Se me aguaron los ojos.
Abandonó el tejido y después de un breve silencio me miro a los ojos. Pude sentir como algo le apretaba el pecho, como la voz le venía de lejos y la ahogaba. Deseaba poder suavizar su rostro y seguirle sonriendo a su nieta, pero no podía.
-Los güeros, como tú…
Hace unos días (y muchos años después de aquella charla) supe que este término es utilizado desde la época de la colonia por los grupos cahitas para referirse a los blancos o mestizos y que originalmente significaba “bestia fiera”. Se me aguaron los ojos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)