viernes

Casa acuarela


En esta casa llueve y los colores escurren por todos lados, en la luz, en el aire. De noche las cachoras salen de cacería y se buscan, y se comen el canto de los grillos, y las alas de los insectos. Caminan de cabeza y voltean el mundo.

Aquí la cama no se tiende a menos de que uno tenga la necesidad de sentir que dejó todo muy limpio, muy en orden. Sólo se viste cuando la puerta principal está abierta. Y casi siempre hay ropa interior entre las sabanas o bajo la cama. En general usted sólo encontrará desayunos, somos amantes de los chilaquiles crujientes con queso cotija y crema, y de los wafles con nieve.

Nuestra única mascota es una ceiba llamada anónima, ella suele recordarnos que todo es cíclico, y es de esas que invitan a todo mundo a vivir con ella.

El tapiz de los sillones tiene la mala costumbre de tararear gran parte de la mañana, es diabético y alérgico al polvo. Y bueno ya habrá notado que aquí los libros no tienen un lugar específico, y que hay tazas por todos lados, eso en realidad es algo que no podemos, ni nos gustaría evitar.

En este refugio se duerme mucho, hay una guitarra, un tapete de yoga, y pocos horarios. Tenemos el ritual de las series en video y las siestas en pareja. Por cierto hay un lugar en la sala que siempre está ocupado, y lo decimos literalmente, así que no permita que sus ojos lo engañen.

Y si alguna mañana le falta la fe, abra la puerta despacio, plante bien los pies sobre la tierra, inhale profundo y sienta, seguramente algunos demonios se irán ¿pero quién los necesita?